Declare Insubsistente A Diego Arenas, Alcalde de Ciudad Bolívar
Señor Alcalde Carlos Fernando Galán,
Hace un año, le advertí con pruebas que el nombramiento del señor Diego Arenas como alcalde de Ciudad Bolívar era una afrenta a la ley y a la gente. Usted y su administración se hicieron los de la vista gorda. Los magistrados del Tribunal Administrativo de Cundinamarca confirmaron con un fallo contundente que ese nombramiento fue ilegal, declarando la nulidad de su Decreto 260 de 2024.
Sabemos que este fallo fué apelado, y es precisamente por eso que le escribo hoy. Su deber no es esperar a que se agoten los recursos legales para corregir un error que nunca debió cometerse, su verdadero compromiso es con los ciudadanos. No puede condenar a Ciudad Bolívar a meses, o incluso un año más de incertidumbre y parálisis, esperando el resultado de una apelación.
La pregunta fundamental, Alcalde Galán, es si su lealtad está con los procedimientos burocráticos o con el bienestar de más de 700,000 personas.
El fallo del Tribunal no es una simple opinión, es la crónica de una designación indefendible. Su administración validó documentos que el Tribunal confirmó que fueron un intento burdo de simular un arraigo inexistente. Recordemos los hechos escandalosos que su equipo ignoró:
- La empresa de última hora: Para justificar su vínculo, el Arenas allegó el certificado de «ARENAS COMPANY S.A.S.». El fallo evidencia que dicha empresa fue matriculada apenas cuatro meses antes de su nombramiento, una maniobra de última hora para aparentar un requisito que exige un vínculo real de dos años.
- La incompatibilidad flagrante: El argumento central, que usted desoyó, fue ratificado: el señor Arenas fungió como Alcalde del municipio de Pandi (Cundinamarca) hasta el 31 de diciembre de 2023. Es humanamente imposible, como lo confirma el fallo, tener un conocimiento real y cercano de Ciudad Bolívar mientras se es la máxima autoridad en otro municipio.
- Un vínculo «esporádico y coyuntural»: Los magistrados fueron demoledores. Determinaron que el lazo del señor Arenas con Ciudad Bolívar fue “esporádico, episódico, coyuntural, inhabitual, e infrecuente relacionado exclusivamente con el hecho de que allí habitaba su familia y nada más”. Eso, Carlos Fernando, no es el arraigo que la ley exige; es una grave afrenta contra Ciudad Bolívar.
Alcalde Galan, el fallo de primera instancia lo obliga ética y moralmente para actuar ya. Tiene en sus manos la prueba de que se cometió un error garrafal que le ha costado un año de progreso a una comunidad
Este nombramiento presuntamente ilegal no fue un error inofensivo en un papel. Significó un año de gobierno deficiente. Durante la gestión del señor Arenas, he tenido que denunciar públicamente las presuntas irregularidades en la contratación de obras para la malla vial local, el mantenimiento de parques, e incluso que se dedicó a traer para gobernar con él a personas de Pandí Cundinamarca. Es evidente la falta de planeación y el desconocimiento de las verdaderas prioridades de los barrios. A un alcalde con verdadero arraigo le duele el mal estado de las calles porque las camina, y entiende lo vitales que son los parques para la comunidad porque ve a sus niños jugar en ellos. Un forastero solo ve un mapa y un presupuesto.
Quizás para algunos en sus cómodos despachos, el arraigo es solo una palabra en un decreto, un requisito más que se puede chulear en un formulario. Pero para la gente de a pie, para los habitantes de barrios como Paraíso, Quiba o La Estrella, el arraigo lo es todo, y fue por ellos que levanté mi voz.
El arraigo es la garantía de que quien gobierna sabe lo que es esperar un SITP en la madrugada, que entiende el temor de la inseguridad en los callejones, que conoce de primera mano la lucha de los comerciantes de Madelena, o San Francisco y que ha caminado el territorio que pretende administrar. No es un mero formalismo; es la condición esencial que asegura que el mandatario no llega a aprender, sino a transformar una realidad que ya le duele.
Cuando usted, Alcalde, permite que un alcalde local sin vínculos reales se posesione, le está negando a la ciudadanía la oportunidad de tener un gobernante legítimo y preparado. Está convirtiendo la administración local en un botín burocrático, en lugar de un servicio público. Se traiciona la confianza de millones de personas que esperan que sus líderes, como mínimo, conozcan el lugar donde viven.
Y esto me lleva a una reflexión inevitable que toda Bogotá debe hacerse: ¿Por qué Pandi y no Ciudad Bolívar?
Carlos Fernando, le pregunto directamente: ¿Por qué traer a alguien de Pandi, Cundinamarca, para gobernar una de las localidades más complejas de la capital? ¿Acaso entre los cientos de miles de ciudadanos honestos, preparados y capaces de Ciudad Bolívar no había una sola persona idónea? ¿Qué intereses políticos lo llevaron a ignorar a los líderes sociales, a los profesionales y a la gente de bien que sí conoce y le duele el territorio?
Su decisión no solo fue presuntamente ilegal, fue un mensaje de desprecio a la gente de la localidad. Fue decirles que no son capaces de gobernarse a sí mismos y que deben aceptar imposiciones burocráticas ajenas a sus realidades.
Le exijo que actúe con la urgencia que la situación amerita: Declare la insubsistencia inmediata de Diego Arenas. No se escude en la apelación, demuestre que su prioridad es el bienestar y la dignidad de la gente. Cada día que usted dilata esta decisión, es un día más en que le falla a Ciudad Bolívar.
Una vez removido, convoque de inmediato a un nuevo proceso de selección, un concurso transparente, de cara a la ciudadanía, que garantice que esta vez sí, la localidad tenga un alcalde o alcaldesa idóneo, que conozca sus calles, que sienta sus problemas y que tenga la legitimidad que solo da el verdadero arraigo.
Las localidades no pueden seguir siendo la chequera de la politiquería, como lo he venido denunciando durante años. Demuestre con hechos que su compromiso es con Bogotá.