Columna de opinión.
El pasado 7 de junio, la alcaldesa de Bogotá y la mayoría de los concejales del Distrito aprobaron un cupo de endeudamiento por 11,7 billones de pesos, el más grande que ha tenido la ciudad en su historia. No obstante, la Administración nuevamente radicó en el Concejo otro cupo de endeudamiento ya que el que se ha aprobado hace dos meses, no es suficiente para esta administración.
En efecto, la alcaldesa que se hizo elegir prometiendo que cuidaría cada peso en la ciudad quiere aprobar otra deuda por 9,4 billones de pesos para financiar una segunda línea del metro que actualmente no cuenta con los estudios técnicos. Aunque el legado que dejará Claudia López para la ciudad es bastante limitado, la deuda que tendremos trascenderá por años y los bogotanos no la terminaremos de pagar en más de 30 años.
La ciudad necesita avanzar, para nadie es un secreto, pero eso no significa que le demos a la alcaldesa un cheque en blanco que se termine agotando por culpa de la improvisación de esta administración. Este es precisamente el caso de este nuevo cupo de endeudamiento para un metro subterráneo que, a la fecha, ni siquiera cuenta con los estudios de ingeniería de detalle necesarios para ejecutar el proyecto.
Asimismo, desde la administración pasada se consultó a los ingenieros del Metro de Medellín sobre la construcción de un proyecto subterráneo en Bogotá. En esa ocasión, la respuesta fue que las condiciones húmedas y arcillosas del suelo bogotano no eran aptas para realizar un proyecto de este tipo.
La administración de Claudia López no ha revelado nuevos estudios que controviertan esos hallazgos sobre las condiciones del terreno bogotano, por lo que realizar un proyecto de este tipo sin estudios no solo implicaría improvisación, sino lo más preocupante sobre costos.
Por otro lado, en términos financieros el proyecto también presenta grandes falencias. Para poner en contexto, por cada kilómetro construido esta segunda línea del metro costará cerca de 2,2 billones de pesos, lo que corresponde a más del doble de lo que costará cada kilómetro de la primera línea elevada. La obra en si cuesta 16,1 billones de pesos, pero gracias a la deuda que quiere adquirir el gobierno de Claudia López, los bogotanos vamos a terminar pagando 34,9 billones de pesos. Entonces, más del 53% del costo total del proyecto, algo más de 18,8 billones, se gastarán en el pago de intereses y costos financieros. Pero el problema no termina ahí, sino que, en las fuentes propuestas para pagar esta deuda, se propone sacar 2,2 billones de pesos del cupo de endeudamiento que fue aprobado hace dos meses. Así, la alcaldesa Claudia López vuelve a dar una muestra de su improvisación planteando un proyecto de endeudamiento con intereses financieros totalmente desbordados, que vamos a terminar pagando con más endeudamiento.
Además, con este nuevo cupo, la alcaldesa vuelve a demostrar su talante antidemocrático dejando comprometidos los recursos que el próximo gobierno necesitaría seguramente para materializar el modelo y la visión de ciudad que los bogotanos elegiremos democráticamente el próximo año. En efecto, para este proyecto la alcaldesa está solicitando dejar comprometidos 6,7 billones de pesos provenientes de los recursos ordinarios del distrito. Es decir, recursos provenientes de prediales, impuestos de vehículos y demás impuestos que pagamos los bogotanos año a año. Asimismo, se plantean dejar comprometidos desde ya 1,6 billones de recursos provenientes de los dividendos de la empresa más rentable que tiene la ciudad en este momento, el Grupo de Energía de Bogotá. De esta forma, los próximos gobiernos de la ciudad quedarían sin recursos para adelantar nuevos proyectos y la ciudad quedará estancada por cumplirle a la alcaldesa el capricho de un metro subterráneo.
Desde ya anuncio públicamente a mis electores y a los bogotanos en general que mi voto frente al cupo de endeudamiento será negativo. No solo porque ya demostré que aprobar el proyecto en este momento sería dejarle la vía libre a la improvisación de Claudia López, sino porque Bogotá, Colombia y el mundo se encuentra en un contexto de recesión donde la inflación y las tasas de interés están por las nubes. En un escenario así endeudar aún más a la ciudad sería condenar a los bogotanos a pagar años y años de intereses para financiar un proyecto cuya viabilidad aún no está garantizada.
Diana Diago